lunes, 15 de mayo de 2017

Isabel,Trabajadora de limpieza, sindicalista, y mamá


FUENTE: PERIODICO LA PLAZA





Isabel: Trabajadora de limpieza, sindicalista, y mamá


La historia no empezó el seis de diciembre del 2016, día en el que el centro de Lima amanecía lleno de basura y los medios de comunicación informaban a la ciudadanía sobre la huelga que declaraban los trabajadores de limpieza pública contra su empresa, Innova ambiental, y la Municipalidad de Lima. Ellos demandaban estabilidad y respeto de sus derechos laborales, puesto que la finalización del contrato del service con la comuna limeña hacía peligrar sus puestos de trabajo y los beneficios que habían obtenido en los quince años que aportaron a la limpieza de la ciudad.

Los vecinos parecían recién enterarse aquel martes, porque la historia del sindicato de trabajadores de Innova Ambiental (Sitobur) es una historia de indiferencia, por todas las partes.

“Lo que sucedió en diciembre fue una huelga general por trabajadores indignados por la gran insensibilidad. Habíamos presentado un pliego de reclamos en el mes de marzo y la empresa en todo el año no nos contestó. Diez meses de negociación colectiva, muchas reuniones. Es una demostración que los trabajadores intentaron la vía pacífica en todo momento. Los trabajadores se sintieron indignados porque son maltratados, explotados, olvidados” dice, como queriendo justificarse, Raúl Oviedo, secretario general de Sitobur.

Las consecuencias a la medida de protesta no tardaron en llegar. De parte de la Municipalidad de Lima se emitió una justificación del tipo ése es un tema de privados y un comunicado por las redes sociales que rezaba Trabajadores de limpieza de Innova Ambiental protestan arrojando basura en las calles del Cercado, atentando contra la salud y el orden público. Responsables serán identificados y denunciados. Como desmintiendo a Castañeda, el pasado 31 de marzo el Poder Judicial reconoció el vínculo laboral que tienen las obreras de limpieza pública afiliadas del sindicato Sitobur con la Municipalidad de Lima desde el 2002.

De parte de Innova Ambiental, además del mismo mutismo de siempre, sanciones, despidos y ceses sin goce de haber. “Hay una parte de mí también que se siente culpable. Muchas veces la empresa ha despedido a mis compañeras. Por ejemplo, cuando hicimos huelga en diciembre, despidieron a catorce. Ahí había compañeras y no he sentido ese golpe que ellas estaban pasando, ese dolor que estaban pasando. De ese lado me siento culpable porque yo digo, ha tenido que pasarme a mí para actuar. A veces esperamos eso, pero… Ya pues, están hechas las cosas y tengo que actuar” dice con los ojos llorosos Isabel Cortez Aguirre, dirigenta sindical, trabajadora y mamá.

Ella alude al despido del que fue víctima, que considera arbitrario e injusto. Denuncia acoso laboral. Para entender por qué una empresa gastaría recursos en acosar a una de sus tantas empleadas, basta con conocer el rol que ha cumplido más a fondo: Isabel se ha convertido en la líder de todas las mujeres obreras de Innova Ambiental, de ese setenta por ciento de trabajadoras que antes no tenía una voz que encausara sus reclamos.

Entró hace doce años a la empresa, pero el año pasado la trasladaron a la base Centro. Allí se encontró con compañeras con sarpullido en el cuerpo, producto de la interacción continua con desperdicios. Después de un tiempo, también se comenzaron a ver los brotes en su piel.

Ella no aguantó e hizo un documento, firmado por sus compañeras, informando a la empresa de tal situación. Pedía que sean atendidas por un dermatólogo, pero el requerimiento nunca fue contestado. Pasó igual cuando pidió que se les brindara acceso a servicios higiénicos y su suerte fue la misma cuando expresó el deseo de que se les asigne un comedor, ya que actualmente almuerzan en las calles, junto a la basura que recogen y en pésimas condiciones. Fue siempre la primera en alzarse. “Es que, como trabajadoras unidas, sindicalizadas, nos asesoramos, sabemos, aprendemos nuestros derechos, que no debemos callar ante nada que nos afecte y que atente con nuestra vida. Debemos aprender, si es posible, a gritar a los cuatro vientos”

Esa actitud la hizo blanco de acosos por Innova Ambiental desde el cinco de enero de este año. Un carro la empezaba a seguir todos los días, incluso en medio de sus jornadas laborales. “Los veía pasar una, dos, tres veces. Se paraban y me tomaban fotos. A mí eso me asustaba mucho”.

Ella puede comprobar su acusación, todo está documentado. Le informó por escrito a la empresa, siempre sin respuesta. “Incluso un día me armé de valor y le tomé una foto al carro”. Y es verdad, entre las muchas páginas que sustentan sus denuncias está adjunta la foto: un hombre está afuera de un carro oscuro mirándola muy cerca y de frente, como provocándola.

   Foto de Alan B.


“Nosotros presumimos que esta agresión fue planificada para que ella responda y proceder a despedirla. Pero como ella no respondió, entonces esto continuó. Esto fue para amedrentar y atemorizar a la gente, debido al liderazgo que ella tiene en las bases, sobre todo en el sector femenino” afirma Raúl. Isabel presagiaba lo que quería la empresa e intentó evitar cometer cualquier infracción. Por ejemplo, en una ocasión, trabajadores de mayor jerarquía se le acercaron insistentemente para entablar una conversación, para distraerla, pero ella los ignoró, sabiendo que contestar hubiera significado paralizar sus labores, sospechando venían por órdenes gerenciales. Sabiendo que el carro pasaría otra vez.

Pero el hostigamiento obtuvo sus frutos: se buscó amonestarla por nimiedades, se juntaron tres papeletas y quedó fuera. Según la empresa, los tres episodios que justifican el despido la ex dirigenta sindical son: barrer inadecuadamente en dos ocasiones, sin otras pruebas que las declaraciones de los inspectores y una foto desenfocada en la que no se puede visualizar la eficacia del barrido; y usar de forma incorrecta el chaleco de seguridad. Isabel explica que esto último sucedió un día muy caluroso en el que, por miedo de saberse observada, bebió muy rápido el refresco que había traído de su casa y se le derramó un poco en la vestimenta. Para evitar alguna penalidad optó por ponérselo al revés y cuando le explicó al inspector lo sucedido, él manifestó que no había problema.

Sin embargo, sí hay problemas. Su familia no puede prescindir de un sueldo. “Las cuentas y los sueldos calzaban exactamente” piensa en voz alta. Recuerda a sus hijos, la preocupación se entremezcla con el orgullo. Son tres universitarios. “El último recién está empezando en la UNI, ingeniería ambiental”, sonríe por única vez en toda la entrevista.

No es la única baja sindical, al parecer. El 12 de mayo, Raúl recibió una carta que le notificaba sobre una denuncia de la Fiscalía. La Municipalidad de Lima cumplió con sus amenazas. Además, la sentencia del Poder Judicial que declaraba que los obreros del Sitobur debían pasar a la planilla de la Municipalidad de Lima, ha sido impugnada y ahora se va por tercera instancia. Solo queda esperar.
Pero a Isabel no le faltan fuerzas, difunde su caso. Cuenta a quien la quiera escuchar. 

Para sorpresa de ella, la bancada de izquierda nunca lo hizo, salvo recientemente el frenteamplista Horacio Cevallos. Paradójicamente, terminaron recurriendo al apoyo del Apra y de la actriz Karina Calmet, una fujimorista confesa. “Quién lo diría, de la izquierda nada… es la derecha la que nos apoya” comenta con una sonrisa irónica Oviedo.

“Ahora yo les pregunto a mis compañeras y me dicen que ya no les están empapelando. Eso también me enorgullece un poco porque al menos he logrado parar. De afuera he podido ayudar a mis hermanas. Yo como mujer y madre sindicalista tendré que seguir la lucha para mi reposición”.

Protestas de SITOBUR en diciembre del 2016

2 comentarios:

Ana dijo...

Buenas tardes,

Estaba revisando su blog y tengo una propuesta para usted por lo cual me gustaría comunicarme. Podría facilitarme un correo electrónico o teléfono por medio del cual podamos comunicarnos?

SITOBUR dijo...

Buenas Noches, nuestro correo electronico es sitobur@sitobur.net