Por: Job Francisco Rosales Pacheco
En tiempos en que el Perú vive cambios estimulado por el crecimiento económico, es indispensable leer esta obra para reflexionar en la importancia de la clase obrera, la institucionadad, la democracia, y el trabajo digno.
Para el caso peruano, el dictador Fujimori y su socio el corrupto asesor Montesinos, aplicaron una estrategia de "atomización" de las colectividades obreras agrupadas en los sindicatos, teniendo como pretexto casi perfecto una razón "económica" ineludible producto del desastroso gobierno de Alan García de 1985 a 1990, nefasta circunstancia histórica que requería "decisiones urgentes" para reestructurar y encaminar al país en la inserción al "mercado financiero" global que permitiera a nuestro país el flujo de capitales, es por ello, que se encaminaron privatizaciones (en muchos casos corruptas) que involucraron el despido de millares de trabajadores que significaron la desinstitucionalización de las organizaciones gremiales, debilitando así, la respuesta que desde las grandes masas obreras organizadas se pudo haber desarrollado en defensa de la incipiente y golpeada "democracia" peruana frente a la corrupta dictadura fujimontesinista.
Nunca más y aún cuando la Constitución de 1993 en su Artículo 28 señala como instituciones el derecho fundamental al trabajo, la sindicalización, la negociación colectiva y la huelga, estos instrumentos consustanciales del ejercicio democrático, del Estado de Derecho, y del espacio microeconómico de los trabajadores no se volverían a recuperar, sino, por el contrario al "abrirse" posibilidades de la autogeneración de empleo se debilitarían, afectando el ordenamiento institucional del país que procedía desde los trabajadores. Coincidentemente y para esas fechas, el dictador Fujimori establecía la importación de vehículos usados, y el fomento de actividades laborales que motivaban el "emprendedurismo" de los ciudadanos desesperados por un sostén económico, profundizando la "rotura" del tejido social forjado por el pequeño avance industrial que había alcanzado el Perú desde la década del 50 (http://bit.ly/1CgLxTy).
Los que hoy trabajan como subempleados en ese bolsón del 79% de informalidad laboral jamás podrán ser parte de la "clase obrera", ni forjadores de instituciones, por que para ellos, ese mundo formal es lejano, al vivir cotidianamente generando el sustento que les permite la supervivencia personal o familiar.
Como resultado de esas medidas neoliberales adoptadas por el dictador Fujimori, y recetadas por el Consenso de Washington de 1992, es que el Perú tiene oprobiosa herencia de informalidad laboral (de subsistencia) de casi 79% de la PEA nacional.
¿Será que pervive en nuestro país -desde el dictador Fujimori- una casta empresarial que no quiere que resurja una "clase obrera" por temor a una respuesta política que pueda permitir a los trabajadores organizados llegar al poder y conducir los designios de la nación, y para ello, han "sustentado" por 21 años que la flexibilización laboral (precarización laboral) permite generar "más empleos en nuestro país"?
Es esta flexibilización laboral la que no permite a los trabajadores reorganizar las instituciones sindicales, y con ello, aportar para el fortalecimiento de la democracia nacional.
Debe quedar claro, que los trabajadores son parte estructural de los factores de la producción así como el capital (http://bit.ly/1ntelCj), sin ellos, no existe posibilidad alguna de desarrollo. Por lo tanto, el trato debe ser equitativo sin discriminación.
La "clase obrera" un libro que todo trabajador demócrata debe leer y reflexionar para recuperar el camino de la institucionalización del escenario laboral de los generadores de la riqueza nacional.
AQUÍ una reflexión sobre la obra http://bit.ly/VYQ7EH
Descargue y lea el libro AQUÍ http://bit.ly/1rHObiD
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